domingo, 13 de marzo de 2016

Worth it.


Últimamente pienso demasiado si hace un año no me equivoqué al tomar una de las decisiones más importantes que he tomado hasta ahora: elegir carrera. Empecé entusiasmadísima allá por agosto, convencida de que ingeniería biomédica estaba hecha para mi.
A estas alturas de curso y tras haber suspendido más en 7 meses que desde 4º primaria hasta 2º bachillerato, supone mucha fuerza de voluntad no desanimarse para seguir estudiando y levantarse positiva cada mañana para ir a clase.
Cierto es que del primer cuatrimestre está el 80% aprobado, ¿pero a qué precio? Quedarse sin uñas pero con ojeras, sin vida social pero a cambio de tener todos los ejercicios de matemáticas hechos. ¿Realmente merece la pena tal esfuerzo? Eso ya depende de cada uno y de sus prioridades.
Hace unas semanas hablaba sobre esto con una buena amiga mía, llamémosla A, que también tiene la misma idea rondándole la cabeza:
¿Me compensa ver como todas mis amigas salen, hacen cosas a parte de estudiar mientras que yo solo rechazo plan tras plan por la misma razón? “No puedo, tengo que estudiar” está en mi top 5 de “Las frases más dichas” desde el 26 de agosto de 2015.
¿De verdad merece la pena todo este esfuerzo cuando hay carreras mucho más fáciles de sacar y a las que hay que dedicarles muchas menos comeduras de cabeza, noches en vela y decepciones tras ver un 1’25 en un examen de matemáticas para el que habías estudiado 2 semanas?
Visto así parece que vaya a dejar la carrera mañana mismo, pero nada más lejos de la realidad. Ingeniería biomédica probablemente sea la mejor carrera que pudiera haber elegido en 2º bachiller. Por supuesto que hay que meter muchísimas horas (y sudor y lágrimas puede que también dependiendo de que profesor de física II te toque), pero si es lo que tengo que hacer para hacer realidad mi sueño, lo haré, si es lo que tengo que hacer para poder aportar mi pequeño granito de arena y poder ayudar a las personas, lo haré.
En época de exámenes la densidad de momentos de flaqueza aumenta exponencialmente, por eso es muy necesario tener a alguien, en mi caso yo tengo a mis padres, que te digan que merece la pena y que te pongan ejemplos de cuando decías lo mismo cuando eras una enana y preguntabas que a ver para que servía dividir o la tabla de multiplicar.
Pero sin duda, nada como ir de infiltrada a charlas para los de 3º en las que veo que podré estar haciendo dentro de unos años, y así alimentar esa automotivación que es tan necesaria. En estas charlas las empresas bio exponen los proyectos llevan a cabo, hablan sobre maquinas, procesos y nombrajos y no entiendes ni el 50% de las palabras que dicen. Pero no hay que quedarse con lo que no sabes de lo que cuentan, sino con que dentro de un par de años les podrás dar ideas y consejos de como mejorar sus proyectos.

Puede que tras suspender una vez tras otra, tener una visión optimista de tu futuro en esa carrera sea improbable, pero no imposible. Al fin y al cabo, esto es una carrera de fondo, y no se trata de empezar a tope sino de acabarla vivo.